Es este el primer dispensario de marihuana medicinal de Bogotá



Esta semana, mientras un local del barrio Eduardo Santos de Bogotá se autoproclamaba el primer dispensario de marihuana medicinal en Colombia, un panel de expertos se sentaba en la Universidad de Los Andes a discutir las implicaciones del decreto 2467 de 2015, que autoriza su uso en Colombia.
Desde un aula en el último piso de un edificio desde el cual se pude ver casi hasta el otro extremo ciudad, Juan Diego Álvarez, asesor del Ministerio de Salud en toda la alquimia que implica pasar de la bareta al cannabis medicinal, dijo que el decreto aprobado el pasado 22 de diciembre no permite que ninguno de los cultivos de marihuana que existen hoy en día en el país sea utilizado con fines medicinales. "En ese sentido, tendremos que hacer un borrón y cuenta nueva", dijo Álvarez frente a unas 40 personas.
Unos minutos después, Mario Francisco Sánchez me abrió la reja de su local, que está ubicado sobre una avenida intermedia a 100 metros de una estación de policía. "Hay que jugarle a la ley", me dijo mientras me invitaba a tomar asiento en su dispensario, que, a pesar de sus puertas abiertas, tiene una reja que no permite el ingreso libre.
El dispensario de Mario está ubicado en un local pequeño. En la parte frontal hay espacio para el aparador, un escritorio, cuatro sillas y tres materas con plantas de marihuana. Tras una puerta corrediza de madera se encuentra una segunda sala en la que Mario ha acomodado el horno de baja temperatura y la máquina de extracción al vacío con la que prepara sus productos. Además de estos productos, tambien hay varias semillas de marihuana y una cantidad de hierba no superior a la que hay en este momento en mi casa.
Sánchez es uno más de los pequeños productores que han empezado un trámite que podría convertirlos en productores y distribuidores de marihuana medicinal y afirma que no está dispuesto a perder todo su trabajo de los últimos años por culpa de un decreto.
Sánchez ya se ha notificado ante la Fondo Nacional de Estupefaciencientes como productor y distribuidor de marihuana medicinal, ese primer paso que deben cumplir quienes aspiran a adquirir una licencia para trabajar con la planta en un futuro incierto en el que la marihuana pasará de ser la sustancia ilícita más consumida en Colombia a ser eso mismo, pero además una industria medicinal.
El desenlace depende, en buena parte, de la reglamentación que haga el Congreso del decreto. Allí se definirán, entre otras, el costo de las licencias para producir y comercializar productos medicinales de marihuana, así como los impuestos que deberán pagar quienes consigan la licencia.
A pesar de no contar con una licencia, Mario y su dispensario, Finca Interacviva, adelantan sus actividades con toda normalidad. Según él, el derecho fundamental a la salud lo ampara, tanto a él para vender sus productos, como a sus pacientes para comprarlos. Adicionalmente, ha tomado algunas precauciones legales, como separar sus productos en dos líneas, una de venta libre, en la que se incluyen cosas con concentraciones muy bajas de THC y otra en la que se encuentras las tinturas y excractos que tienen concentraciones superiores y, por ende, son psicoactivos.
Según Mario, cuyos productos no tienen hoy en día una etiqueta que anuncie las concentraciones de THC, solo un grupo de entre 120 y 150 pacientes que cuentan con prescripciones médicas, y que se han registrado en su base de datos, pueden acceder a estos productos, cuyo valor es de 100.000 pesos por un envase de 125 ml.
Para el asesor del Ministerio de Salud, Juan Diego Álvarez, a quien llamé días después de finalizado el foro, es imposible tener un "dispensario de marihuana medicinal" en este momento, ya que el Ministerio no ha expedido aún la primera licencia para producir o comerciar derivados de la planta con fines medicinales.
Álvarez reconoce la existencia de un mercado informal de derivados de la marihuana, pero considera que estos productos, entre los cuales se cuentan los de Mario y otras decenas de marcas locales, no pueden ser considerados medicinales ya que no están estandarizados, no tienen licencia del Invima y su efectividad aún no ha sido científicamente comprobada. "Estos son, en terminos prácticos, remedios de culebrero", me dijo.
Por su parte, Mario Sánchez asegura que sus siete años trabajando con derivados de la marihuana le han dado " evidencia científica y observacional" de la eficacia de sus productos.
Le pregunté a Mario si la policía o alguna otra autoridad había tocado su puerta en los dos días que lleva abierto su dispensario y él me dijo que hasta ahora no había sucedido. Pero que los estaba esperando. "Si aquí llegara un policía a ver qué es lo que estoy haciendo, yo simplemente le muestro el radicado del documento en el que me reporto como distribuidor ante el Fondo Nacional de Estupefacientes".
Sánchez es consciente de que las instalaciones en la que funciona su dispensario hoy en día probablemente no pasen una revisión del Ministerio de Salud. De hecho, ya tiene planes para hacer las primeras renovaciones. Sin embargo, no tiene mucho afán. Mario calcula que, de aquí a que el Congreso vote y apruebe un proyecto de ley para reglamentar el decreto de la marihuana medicinal y comiencen a expedirse las primeras licencias de producción y comercialización, pasarán unos dos años. El caso uruguayo, donde pasaron 22 meses entre el día en el que se aprobó la ley que legalizó la producción de marihuana y la fecha en la que se expidieron las primeras licencias, parece darle fundamento a sus cálculos
Por su parte, Álvarez asegura que el Comité Técnico de Regulación que fija las condiciones para adquirir las licencias, tendrá listas toda la normatividad para finales de este mes y es muy posible que comiencen a expedirse las primeras licencias en junio de este año, "si todo sale como esperamos". De ser así, es posible que muchos adquieran sus licencias incluso antes de que sea sancionada la ley que define sus precios y los impuestos que deberán pagar quienes las consigan.
A pesar de que algunos expertos temen que el decreto y su reglamentación fijen requisitos para cultivar marihuana y elaborar productos medicinales a partir de ella que solo podrán cumplir compañías extranjeras, Mario ve con buenos ojos una regulación estricta: "Es que legalizar la marihuana medicinal no significa 'vamos todos a pegarlo', significa crear una industria médica, y entre más regulada la industria va funcionar mejor" concluyó.
Para Juan Diego Álvarez la regulación de la marihuana lejos de ser un golpe para los pequeños productores locales puede ser una oportunidad para que ellos se formalicen. Hasta ahí, el asesor del Ministerio y el dueño del pequeño local parecen estar, por primera vez, de acuerdo. El desacuerdo está en lo que deberá suceder mientras obtienen sus licencias. Mientras Álvarez es enfático en decir que quienes hoy cultivan marihuana y/o fabrican productos medicinales a partir de la misma deben suspender por completo sus actividades y reanudarlas solo cuando obtengan sus licencias, Sánchez no está dispuesto a dejar de cultivar ni una planta durante el trámite.
Mario, cuyo equipo está compuesto por ocho ingenieros industriales, químicos y agrónomos dice tener dos razones para adelantar su trabajo en medio de un limbo jurídico: la primera es una obligación que siente hacia quienes han comprado sus productos y la segunda es que nadie está esperando a que esté lista la regulación para plantar la primera semilla de marihuana medicinal en el suelo.
Mario Sanchez afirma que ya existen dos compañías multinacionales que han invertido millones de dólares en montar cultivos de marihuana en los alrededores de Rionegro, Antioquia. Sin embargo, prefiere no revelar los nombres de estas empresas. Sánchez hace parte de una red de pequeños cultivadores, productores y distribuidores de productos medicinales elaborados a partir de marihuana que está organizándose para tramitar su licencias y poder competir en un futuro con las multinacionales que, según la prensa, han hecho el lobby para sacar adelante el proyecto de ley en el Congreso.
Si bien Álvarez admitió que es posible que algunas empresas ya estén comprando y adecuando tierras para cultivar marihuana en el país antes de adquirir sus licencias, aseguró que ninguna de ellas está autorizada para sembrar la primera planta hasta que la tengan.
Le pregunté a Álvarez si seguir produciendo derivados de la marihuana antes de obtener su licencia podría afectar las probabilidades de que Mario obtuviera su licencia y el asesor del Ministerio me dijo que "lo que menos debería preocuparles es la licencia, ya que su actividad está por fuera de la ley". También le pregunté a Mario, quien trabaja con marihuana mucho antes de que existieran decretos y licencias, qué había cambiado para su negocio desde la expedición del decreto regulatorio de la marihuana medicinal, y me contestó que "ahora dejan trabajar más".
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